Ollando ao infinito, de súpeto apareceron dúas bolboretas e comezaron a facer filigranas moi preto de min. Alí estaban para darme folgos as dúas velliñas que se me foron hai tempo. Entón, sen deixar de miralas, respirei moi fondo e sentinme tranquila e protexida porque cando se pousaron na roseira, unha ao carón da outra, imaxinei que me dicían que todo ía a saír ben. Soñei esperta, pero foi un remanso de paz e sen deixar de miralas, lancei dous bicos ao ceo.
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Viveiro -
Polonia Espertei no océano. Había unha tormenta. A cor da auga era azul escura, case negra. Era noite. En vez de ceo alí había un espello enorme que reflictía o océano escuro. Nadaba nas ondas enormes comigo mesma. Ela nadaba ao meu carón e puiden ver que era eu. E souben que era eu tamén. Eramos dous, como os xemelgos mais eu sentín que ambos os dous eramos nós, non persoas diferentes. Aínda que houbera tormenta e que o furacán fora extremadamente ruidoso xunto cos sons dos tronos, sentínme en paz. Espertei mentres a onda alta erguíame ata o espello. O meu corazón latexaba realmente rápido. Non podía crer que fora un soño cando o sentín tan real. -
Lugo Hace unos días soñê que había covid en todas las residencias de mayores. En una de ellas, en Becerreá, está el padre de una amiga con 95 años pero supersaludable. La cosa es que yo iba con ella a ver qué pasaba y lo veíamos detrás de un vidrio levantando los brazos como los boxeadores. Era el único de los internos de la residencia que no se había contagiado. Y lo festejábamos... -
A Coruña Muchos días de la cuarentena tuve un sueño parecido; nadaba y nadaba en unas aguas cristalinas. Me sentía bien y no quería salir de ese lugar, que no parecía ni un mar ni una piscina. Era algo así como un frasco gigante dentro del cual había agua y estaba yo, y unas cosas verdes que no eran algas sino especies de cintas, como las de las gimnastas artísticas, en las que me enrollaba: era una sensación placentera. El caso es que yo no sé nadar… -
A Coruña Volviendo del Mercadona en medio de una violenta tormenta eléctrica, veo asomar entre las nubes, y casi a ras de tejados, unas enormes naves espaciales que emiten luces destellantes y repiten por megafonía, en una ininteligible versión original y en traducciones a diversos idiomas, un largo mensaje para la población. Al llegar a casa sintonizo la radio y descubro que se trata de un fenómeno global. También escucho la grabación completa del mensaje, que resulta ser una engorrosa letanía en la que los extraterrestres se refieren a dinastías fundadas por patriarcas de nombres imposibles y anuncian una segunda visita en la que nos darán instrucciones más precisas. Llamo a la radio para hacerles notar que debe tratarse de una broma sofisticada, porque la voz de la locución es la de Ernesto Sevilla levemente distorsionada. Y me atrevo a relacionarla con la promoción de una carísima superproducción española de ciencia ficción que está a punto de estrenarse. Pero los locutores de la radio llaman en directo al humorista, que niega cualquier implicación. El segundo mensaje me pilla tirado en mitad de la carretera en una tarde lluviosa, discutiendo el parte para el seguro con el conductor que acaba de embestirme. Esta vez el mensaje va más al grano, y describe con todo detalle el código de conducta que deberemos seguir para salvarnos y salvar al planeta, incluyendo una infinidad de normas absurdas de contención sexual, a mitad de camino entre la moral victoriana y la corrección política del siglo XXI. Cuando todos los comentaristas dan por cierta la invasión e inevitable el cumplimiento de las instrucciones, me tropiezo con un amigo que ha estado varios meses desplazado en una plataforma petrolífera y no se ha enterado de nada. Y me pregunta qué son esas grabaciones que echan todo el rato por la tele, en las que aparecen unos marcianos hablando en el idioma inventado de una vieja serie de televisión. En una especie de epílogo, que transcurre muchos años después, me encuentro en una especie de comuna que practica insulsos juegos de equipo a la orilla de una playa paradisíaca. Un niño, al que identifico sin ningún género de dudas como mi hijo, participa de mala gana y no deja de poner cara de aburrido. En una pausa del juego, abandono disimuladamente mi puesto, me acerco a él y le pido en voz baja que simule un poco de entusiasmo. Que ya luego le pongo en casa una vieja película de las que a él y a mí tanto nos gustan… -
Buenos Aires Estaba en una especie de desierto con Mirko en brazos. Me sentía culpable porque me iba a ensayar con él. Llamaba por teléfono y avisaba que me disculparan, que iba a llegar un poco tarde. Eso también me daba culpa. Me decían que tranqui, que me esperaban. El camino se hacía interminable. Llegaba al lugar. Era cerca de un río. Había muchos paradores y no podía encontrar a mis compañerxs. Todxs estaban con barbijos. En un momento entré a una especie de galpón abandonado donde había un órgano viejo y algunos bancos antiguos, como los de iglesia. Estaba agitada e intentaba explicar todo lo que me había pasado. Una compañera me abrazaba y me decía que tranqui, que íbamos a pasar la obra con el texto en la mano. -
Buenos Aires Anoche soñé que S. y yo nos hemos comprado una caravana y estamos viajando por Nueva Zelandia. Mientras S. está conduciendo yo estoy cocinando coliflor y cortando tomates (en la cocina de la caravana), una combinación que en el sueño me parece muy original y atrevida. De repente todo el paisaje se pone rojo y blanco (como las dos verduras) y S. me dice: "A mí me gusta más la salsa golf." -
Buenos Aires Estoy en casa con Ella. Mis compañeras de casa no están. Me pide que vaya a comprarle un paquete de cigarrillos en el kiosco y me niego. Le digo que no quiero comprar algo que le haga daño. Se va sola, enojada y no sé si se fue a comprar o si se fue definitivamente de mi casa. Tengo miedo de que no vuelva y la llamo varias veces por teléfono. No atiende. En otra escena aparece Ella fumando un cigarrillo después de otro. No termina ninguno. Prende uno, fuma un poco, lo tira. Prende otro, fuma dos tres secas y lo tira, así sucesivamente. Le pregunto por qué no termina un cigarrillo antes de empezar otro y me contesta que si no acaba rápido con este paquete no podrá empezar el segundo (el que compró) que es mucho mejor porque es de otra marca. Finalmente me pide que le abra el segundo paquete. Lo abro con una tijera y es muy difícil de abrir. Adentro no veo cigarrillos sino un montón de chicles ya masticados. Quiero buscar un cigarrillo adentro pero los chicles se me pegan a los dedos con el paquete. Intento despegar el paquete de mis manos pero es imposible. Ella trata de ayudarme haciendo fuerza pero no lo logra. Tengo muchísimo miedo y me despierto. -
Buenos Aires Estoy en mi cocina haciendo algo y voy para el living, que no es mi living, es un gran salón armado con mesas largas entrecruzadas, hay familia de todas las ramas. Le pregunto a alguien por Cecilia, no la veo, no la saludé y quiero hacerlo. Me la señalan entre la multitud y ella, que no es ella… (acá hago un parentesís para contar que Cecilia, la verdadera, es alta y juvenil, y esta que me saluda y que yo en el sueño reconozco coma a la verdadera, es una chica flaquita y bajita, muy bajita, tanto que tengo que agacharme a saludarla) y que está vestida con un tapado negro de astracán con un gran broche en la solapa, me saluda y me muestra a sus hijas: dos nenas grandotas rubias albinas gemelas idénticas… dan miedo! Yo las saludo con naturalidad y me despido con una excusa. De repente estoy en un bar, en un Le Bleu que queda en Chacarita, estoy tomando un café con Claudio y empiezo a apurarlo. Le digo que quiero llegar al outtlet de Nike antes de que cierre. Necesito zapatillas de running urgentemente… -
Bariloche Estaba en un bar reunido con gente y la camarera que nos viene atender es una amiga ex dueña de otro bar que ya no existe. Nos vemos y ambos nos apresuramos al encuentro. Ella se sube a upa mío y nos besamos y abrazamos como una pareja que no se ve hace días. Seguimos así un tiempo largo.