Una serpiente amarilla y larga me ataca. Me va arrinconando en el extremo de una habitación estrecha y pequeña con muchas cosas por medio. Empiezo a darle con un cojín en la cara para ahuyentarla, se va cabreando más y más. Lloro y grito. Contesta mi padre y le pido que venga. Estoy segura de que la serpiente me va a picar. Acaba el sueño.